Vivimos en un pequeño paraíso terrenal, situado a medio camino entre El Escorial y Valdemorillo, en un lugar todavía relativamente salvaje si bien está relativamente cerca de Madrid (a unos 40 Km .). En esta zona, separada del mundanal ruido por la amplia Dehesa de Valdemorillo, poblada por encinas y fresnos varias veces centenarios, en la que pastan libremente cientos de vacas y terneros, tenemos el privilegio de contar con unos vecinos excepcionales como son algún lince despistado, zorros, jabalíes, ciervos, infinidad de conejos, búhos, y lechuzas, águilas calzadas y ratoneras y alguna real, halcones, abejarucos, abubillas, oropéndulas, perdices, tordos, torcaces y tantas aves más, junto con galápagos y también varias especies de lagartos.

Cuarenta mil metros cuadrados de finca propia, totalmente vallada --por la que discurren dos arroyos y en la que brota un manantial de aguas muy mineralizadas y con extraordinarias propiedades curativas según rezan antiguas crónicas del lugar--, hacen las delicias de los Bullmastiffs y de los demás cuadrúpedos y bípedos que aquí disfrutamos de total independencia y mucha tranquilidad. Y una casa amplia y cómoda sirve para acomodarnos no sólo a nosotros sino también a nuestros amigos y al resto de esa gran familia Castro-Castalia que está compuesta por todos aquellos que un día u otro deciden poner en sus vidas a uno de nuestros especialísimos cachorros.

(Texto original, escrito por Christina de Lima-Netto y Federico Baudin específicamente para esta página Web y protegido con Copyright. No puede ser reproducido ni total ni parcialmente por ningún medio, sin el expreso consentimiento de Castro-Castalia por escrito).